martes, 22 de marzo de 2011

Radiografía-/-Educación


Publicaciones:

PUBLICACIÓN 11--- Radiografía del ciudadano argentino.
Compilaciones de Ricardo Sureda.
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Publicación 10---Educación-
Compilaciones de: Ricardo Sureda.
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PUBLICACIÓN 11--- Radiografía del ciudadano argentino.

Compilaciones de Ricardo Sureda.
Envío del compilador, de su archivo personal.

Políticas populistas y sociedad degradada. Protestamos y toleramos la protesta callejera más que ningún otro país en América latina, confiamos poco en los procesos electorales y los partidos políticos, nos ubicamos en el centroizquierda del espectro ideológico y aprobamos mayoritariamente una fuerte participación del Estado en la economía. A dos años del estallido de la crisis financiera internacional, la percepción de los argentinos sobre su vida política fue eje de una encuesta regional realizada por las universidades Torcuato Di Tella y Vanderbilt. LN domingo 13 de marzo de 2011.

La Argentina es el país más contencioso del continente, según surge de un trabajo académico realizado en 24 países de América latina y el Caribe, además de Estados Unidos y Canadá. Contencioso, según la Real Academia, es la persona que por costumbre contradice o disputa todo lo que otras afirman, aunque aquí, obviamente, se alude al fenómeno de los cortes de calles, rutas y puentes por parte de los más variados sectores sociales. El trabajo revela que la proporción de argentinos que en el último año protestó o se manifestó en las calles es mayor que la que acudió a alguna de las instancias estatales de resolución de conflictos, tales como elevación de pedidos a legisladores, intendentes, concejales y funcionarios o participación en reuniones convocadas por la intendencia local. En otras palabras, los cortes se convirtieron, respecto de las vías institucionales, en un método privilegiado para satisfacer protestas, debido, sencillamente, a su mayor eficacia. Una tercera magnitud completa el fenómeno: casi no hay país donde la protesta sea más tolerada que acá. Pero la Argentina también es, hay que decirlo, el país en el que, pese a las protestas, el descontento nunca llega a poner en duda el apoyo al sistema democrático. Estas son dos de las conclusiones más destacadas del informe "Consolidación democrática en las Américas en tiempos difíciles", realizado por la Universidad Torcuato Di Tella y la Vanderbilt University. Todo el estudio explora en detalle la percepción de la repercusión en cada país de la crisis económica mundial de 2009, iniciada en 2008. "Aunque el rompimiento generalizado de la democracia parece inconcebible en América latina después de tantos años de estabilidad democrática -dice Germán Lodola, autor del capítulo argentino del informe-, lo ocurrido en Honduras y el deterioro continuo en Venezuela muestran que la democracia sigue siendo frágil en algunos países". Con un total de 40 mil entrevistas realizadas desde Canadá hasta Tierra del Fuego, se intentó saber cuánto podría minar a las democracias la crisis económica. No sorprende corroborar que si es por el impacto de la crisis mundial, la Argentina salió relativamente bien parada, suerte muy distinta cuando se hurga en la percepción de los ciudadanos frente a la criminalidad y la corrupción. Sólo los peruanos se sienten más proclives que los argentinos a ser víctimas de un asalto o un robo. En cuanto a corrupción, de acuerdo con la encuesta, los argentinos creen -se trata de eso, de percepciones- que acá es muy alta: para una marca más pesimista hay que irse a Trinidad y Tobago, Jamaica o, de nuevo, a Perú. En el campo político se ventilan más peculiaridades locales, muy estimulantes, sin duda, para los investigadores académicos, que encontrarán en esos laberintos nuevas ocupaciones. Una es la paradoja de que se registre una bajísima tasa de confianza de los argentinos en la calidad de las elecciones y en los partidos políticos, y a la vez se declaren altos niveles de participación política, por lo menos en comparación con lo que sucede en los otros países. Otra paradoja: la compra de votos y el clientelismo político paga menos, dirían en el Hipódromo, de lo que habitualmente se supone. La encuesta sugiere que una buena parte de los que de uno u otro modo "venden" su voto son desleales cuando se quedan solos en el cuarto oscuro.
Fortalezas: Algunas conclusiones involucran, pues, cualidades más o menos permanentes de la cultura política, mientras que otras dimensionan la fortaleza de la democracia en América ante el desafío de la crisis económica de 2009. En este sentido, resalta Lodola que en nuestro país el efecto negativo de la crisis económica se limitó a los hogares donde al menos un miembro perdió su empleo. "Los argentinos que tienen una percepción negativa de su propia situación económica personal y sobre la economía nacional -dice Lodola- manifiestan un nivel de apoyo al sistema significativamente mayor". Una buena. Pareciera ser que para muchos el sistema debe ser respaldado -y no abolido- en los momentos críticos. El estudio mide directamente, incluso, la satisfacción de los ciudadanos con la democracia. Desde luego, no prevalece entre los encuestados esa cúspide bucólica de "satisfacción total" que suelen mencionar los servicios de atención al cliente de las cadenas de hamburguesas. Países como Paraguay, México, Venezuela y El Salvador sufrieron una disminución considerable en el rubro satisfacción con la democracia respecto de 2008, lo que se explica por el mayor impacto, allí sí, de la crisis económica mundial. Algo similar dejaron dicho los encuestados de Estados Unidos. Pero la Argentina experimentó una reducción módica. En un índice de cero a cien, pasó de 50,2 en 2008 a 45,3 en 2010. A su vez, cuando se les preguntó a los entrevistados si justificarían un golpe de estado bajo condiciones de alto desempleo, elevada delincuencia y alta corrupción, la respuesta afirmativa fue muy baja en casi todos lados, pero muy especialmente en Panamá y Argentina. Esta misma pregunta había dado índices muy altos en Honduras cuando fue formulada por el Barómetro de las Américas en 2008, poco antes de la deposición del presidente Manuel Zelaya. Otra parte del trabajo aborda la relación entre estado de derecho, criminalidad, delincuencia, corrupción y sociedad civil, y es allí donde aparece un gráfico con la percepción de inseguridad en perspectiva comparada. Argentina está segunda (detrás de Perú, seguida por El Salvador y Venezuela) y los países con índices más bajos, es decir, aquellos donde la expectativa de ser víctima de un asalto o de un robo es menor, son, en este orden, Costa Rica, Canadá y Estados Unidos. Vaya novedad. Poco más de dos de cada diez argentinos dicen haber sido víctimas de un suceso criminal, en la jerga argentina, un hecho delictivo. De modo que cerca de uno de cada dos argentinos siente temor a ser víctima de un delito, pero poco más de uno de cada cuatro ha sido realmente victimizado. Sólo Perú, Ecuador, Venezuela y Bolivia tienen un índice mayor de victimización. También se les preguntó a los entrevistados si habían sido víctimas de un acto de corrupción en primera persona. Argentina salió sexto, después de México, Bolivia, Perú, Paraguay y Brasil. Un 23,5 por ciento de los argentinos, según el estudio, frente a un promedio regional de 17 por ciento, manifiesta haber sido victimizado por episodios de corrupción. Como se buscó examinar de qué forma la percepción de criminalidad y corrupción afecta las actitudes de los ciudadanos hacia la democracia, se formuló esta pregunta: "Para poder capturar delincuentes, ¿cree usted que las autoridades siempre deben respetar las leyes o en ocasiones pueden actuar al margen de la ley?". El 55,5 por ciento consideró que las autoridades no pueden violar la ley (promedio continental: 60,3 por ciento). El 44,5 por ciento restante dijo que estaba dispuesto a que las autoridades actúen al margen de la ley para prevenir el delito. Ordenados los países de mayor a menor por el apoyo al estado de derecho, la Argentina quedó, significativamente, en el lugar 17 (entre 25). Es muy probable que esta parte del estudio sea leída con la mayor atención en el marco de la actual disputa entre el gobierno nacional y el de la provincia de Buenos Aires. ¿Indican estas mediciones de opinión pública que los resabios autoritarios en nuestra sociedad son más significativos de lo que se cree? Aquí algo previsible, el estudio sostiene en clave académica algo ya surgido -con menos elegancia- de la boca de Aníbal Fernández, el padre de la teoría de la sensación de inseguridad: que quienes fueron víctimas de un crimen muestran menores niveles de apoyo al respeto de las leyes por parte de las autoridades para enfrentar la criminalidad. No se llega a determinar qué anima a aquel 44,5 por ciento, el de tolerantes con las acciones al margen de la ley. ¿El peso de la historia o el hastío? ¿Una posición ideológica, como suele sostener el gobierno, o la paciencia agotada? Junto con Uruguay, Canadá y República Dominicana, la Argentina es uno de los países donde los ciudadanos expresan mayor interés en la política. Pero los partidos políticos tienen el nivel de confianza más bajo de todo el continente. Al referirse a la participación política, el estudio observa que las personas afectadas por el desempleo y quienes reciben una ayuda económica por parte del gobierno tienen una probabilidad significativamente mayor de participar en política partidaria que los demás. "En el primer caso este resultado pareciera sugerir que la actividad política constituye para algunos individuos una potencial fuente de empleo. En el segundo caso, el resultado pareciera indicar que la distribución selectiva de beneficios materiales es una estrategia eficiente de movilización de apoyo político", se lee en el informe. Sólo uno de cada veinte argentinos asiste a reuniones convocadas por la municipalidad, apenas el 15 por ciento dice haber presentado peticiones al gobierno local y poco más del 10 por ciento dice haber pedido ayuda a su intendente alguna vez (o a un concejal). Lo curioso es que entre quienes acudieron a sus representantes, el 90 por ciento dice que le fue bien, que obtuvo una resolución favorable a su problema. Cuando una batería de preguntas específicas explora la participación cívica, el resultado no es alentador. "Los argentinos muestran un nivel comparativamente bajo de involucramiento en la solución de problemas comunitarios", dice Lodola, verdad barrial asumida en las reuniones de consorcio de los edificios, aquí certificada. El país apenas obtiene 15,5 puntos en nuestra escala de 0 a 100. "Este valor representa 2,5 puntos menos que el promedio regional y casi 10 puntos menos que el promedio registrado para Paraguay y República Dominicana, las naciones que ocupan los primeros puestos en el continente", explica el politólogo. La relación hidráulica del reclamo por vías institucionales y las protestas callejeras es uno de los aspectos más luminosos del trabajo. Lodola destaca la relación positiva entre militancia partidaria y protestas, que "indica la interrelación y superposición existentes entre la política institucional y la no institucional; queda claro que no son arenas mutuamente excluyentes". Advierte el estudio que la protesta social en ningún caso está asociada con creencias y actitudes desestabilizadoras de la democracia. "Contrariamente a nociones vagas de debilidad institucional o amenaza sistémica -dice-, la protesta social en la Argentina democrática se ha configurado como una vía cotidiana de actividad política colectiva y de participación en procesos de diseño e implementación de política pública". Los niveles de aprobación de los cortes de ruta y las invasiones a la propiedad privada en la Argentina se mantuvieron relativamente estables en los últimos dos años. En el cuadro respectivo nuestro país aparece en el cuarto lugar, después de Honduras, Belice y Colombia. Alta aprobación.
Poca Confianza: Es muy interesante, y podría decirse muy inquietante en este momento, también, la relación de los argentinos con las elecciones. Según el Barómetro de las Américas, la confianza promedio de los argentinos en el sistema electoral es la más baja del continente después de Nicaragua. Lodola explica esta mala calificación por la tecnología de la votación, el sistema de boletas y la administración de los comicios. Recuerda que las boletas no son producidas por una agencia estatal independiente sino por los propios partidos y que eso permite que sean manipuladas y distribuidas por los activistas o punteros semanas antes de las elecciones junto con otros bienes materiales, tales como bolsas de comida, elementos de construcción, ropa y colchones. El sistema facilita otras prácticas ilegales: Lodola se explaya sobre el vaciamiento y robo de boletas en el cuarto oscuro y los recuentos de votos sesgados gracias a la falta de fiscales. Desemboca en el relevamiento de las percepciones sobre compra de votos. El 18 por ciento dijo haber recibido alguna vez una oferta de compra (sólo es peor en República Dominicana y en Bolivia) y de ese grupo un 10,7 por ciento decidió efectivamente vender su voto. En el promedio continental, uno de cada dos declaró sentirse menos inclinado a votar por el candidato o partido del benefactor (lo de más inclinado y menos inclinado al parecer es un eufemismo que aplican los encuestadores para mitigar la inhibición que le produce al encuestado toda pregunta directa sobre este tema). Pues bien: en la propensión a vender el voto, la Argentina aparece curiosamente como el anteúltimo país del continente, adelante de Chile. Hay también en esta medulosa investigación un capítulo sobre preferencias políticas e ideologías. Allí aparece un cuadro sobre la auto-percepción de los argentinos, que se ubican más a la izquierda en el espectro ideológico, apenas superados por los uruguayos. Más aún, surge que en los últimos tiempos hubo un ligero corrimiento, de nuevo hacia la izquierda. ¿Lo sabe el gobierno nacional? Seguramente. El dato coincide, por ejemplo, con la decisión de la Casa Rosada de retemplar la retórica anti-norteamericana con miras a las elecciones de octubre.
EN CIFRAS: Conflictividad: La manifestación callejera es una clara singularidad nacional respecto de la región. El 35% de los argentinos aprueba los cortes de ruta y el 20,7, la invasión de la propiedad privada como formas de protesta.
Participación política: El índice de confianza en las elecciones, en un rango de 0 a 100, es de 42 puntos entre los argentinos. Tampoco es alta la confianza en los partidos políticos: en ese ítem, liderado por Uruguay con un índice de 50,4 puntos, Argentina aparece anteúltimo con 27,3.
Clientelismo: El 18% de los argentinos afirma haber recibido alguna vez una oferta por su voto. La cifra duplica prácticamente el promedio latinoamericano. De todos modos, podría decirse que el clientelismo no paga bien: el 43,9% de los encuestados afirma no sentirse ni más ni menos inclinado a votar por el candidato del benefactor, en tanto que el 45,3% dice sentirse menos inclinado a hacerlo.
Ideología: En un rango de 1 a 10 (donde 1 es izquierda y 10, derecha) la identificación ideológica de los argentinos se ubica en 5,1. La cifra, comparada con 2008, está ligeramente más ubicada hacia la izquierda, ya que entonces había sido de 5,5. La posición de la ciudadanía argentina aparece como una de las más pronunciadas del continente: sólo Uruguay está más a la izquierda.
El rol del Estado: El nivel de apoyo a la idea de que el Estado debe ser el dueño de las empresas e industrias más importantes se ubica entre los más elevados de la región: de 0 al 100, obtiene 67,9 puntos.
Derechos civiles: Los argentinos son particularmente receptivos -junto con los canadienses, norteamericanos y uruguayos- a la idea de que los homosexuales puedan posturlarse para ocupar cargos públicos y puedan casarse.

LA ENCUESTA: En forma conjunta, la Universidad Torcuato Di Tella y la Universidad de Vanderbilt realizaron por segunda vez la encuesta de opinión pública denominada Barómetro de las Américas. Se trata de un estudio multinacional, encarado en forma simultánea, sólo que de los resultados generales se desglosan informes analíticos producidos en cada uno de los países americanos (menos Cuba, que no pudo ser incluida, y Haití, donde el relevamiento se frenó por el terremoto y eso demoró hasta ahora la inclusión de datos haitianos). El informe que analiza los resultados argentinos en perspectiva americana es muy vasto, abarca desde opiniones sobre la participación del Estado en la economía hasta la tolerancia ciudadana con los homosexuales. Tiene 354 páginas e incluye 270 gráficos. Fue redactado por Germán Lodola, doctor en Ciencia Política de la Universidad de Pittsburgh y profesor del Departamento de Ciencia Política de la Universidad Torcuato Di Tella.

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Publicación 10---Educación-


Compilaciones de: Ricardo Sureda.
Envío del compilador, de su archivo personal

Nueva designación en la UBA
LN viernes 22 de febrero de 2008.

En equilibrio. La Universidad de Buenos Aires (UBA) comenzará el año con cambios institucionales que marcan, a su vez, acuerdos políticos de convivencia. En la primera sesión del Consejo Superior de 2008, el 12 de marzo próximo, el Rectorado propondría el nombre de Edith Litwin como nueva secretaria académica de la universidad. El cargo quedó vacante en noviembre pasado, cuando el rector, Rubén Hallú, pidió la renuncia de María Rosa Neufeld, descontento con su actuación durante la crisis de la Escuela de Comercio Carlos Pellegrini, como se comentó informalmente entonces, y pensando en dar nuevo impulso a la política académica, según se dijo oficialmente. La salida de Neufeld motivó una pequeña tormenta política, porque ella respondía, en el reparto de cargos, al grupo de cuatro facultades opositoras al rector (Arquitectura, Ciencias Sociales, Filosofía y Letras y Ciencias Exactas). Ahora, Hallú decidió designar allí a alguien que responde al oficialismo, pero, para dejar a todos tranquilos, propondrá elevar el área de Planificación a secretaría (hasta ahora era una subsecretaría de Hacienda). A su cargo estaría Silvia Llomovate, actual secretaría académica de Filosofía y Letras, representante de la oposición. Litwin es doctora en Educación, especializada en tecnologías educativas y educación a distancia, dirigió el Programa UBA XXI y es profesora titular en Filosofía y Letras.

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Una conquista para todos

Ana Jaramillo es rectora de la Universidad de Lanús. LN martes 9 de febrero de 2010.

Desde que, hace ya un par de años, se consagró por ley el 22 de noviembre como Día Nacional de la Gratuidad de la Enseñanza Universitaria (debido al decreto del presidente Perón, quien el 22 de noviembre del año 1949 promulgó el decreto 29337 y suprimió todos los aranceles universitarios vigentes hasta ese momento), se comenzaron a conocer, discutir y comprender una gran cantidad de temas que hacen a la vida de las universidades. Muchos universitarios se enteraron de que la gratuidad de la enseñanza universitaria no era una conquista de la reforma universitaria de 1918 ni un don de la naturaleza. Muchos estudiantes se reunieron para discutir la política universitaria, que va más allá de la autonomía o la gratuidad. Muchas reuniones se realizaron para comprender que la universidad es gratuita para los que cursan los estudios, pero no para el pueblo argentino -esa gran mayoría que nunca accederá a los estudios universitarios-, que la sustenta con su esfuerzo. También se comenzó a discutir, una vez más, el tema de la autonomía, que muchos confunden con soberanía. Se volvió a hacer la pregunta sobre autonomía de quién y para qué. Tal vez, hay que invertir la pregunta y las demandas. Si estudiar gratis es un privilegio que paga toda la sociedad, ¿qué debemos hacer los universitarios por el pueblo que nos lo otorga? ¿Por qué algunos piensan que es sólo un derecho de los universitarios y que al pueblo no se le debe nada? ¿No tenemos la obligación de corresponderle? Otro tema que se volvió a discutir es el del cogobierno. Muchos entendemos que cogobernar implica no sólo participar en las decisiones, sino tener responsabilidad pública frente a ellas. Las autoridades de todos los claustros son corresponsables en el buen uso de los recursos que se les otorgan como cualquier funcionario. Si así no fuera, les cabría la responsabilidad del mal desempeño del funcionario público. Se comprendió, además, que los consejos superiores o directivos no son un campo de batalla, sino un espacio de debate sobre la universidad que la sociedad argentina necesita, al tiempo que deciden sobre la asignación y administración de los recursos del pueblo; por lo tanto, debe ser transparente y eficiente. Muchos otros comprendieron que la democracia universitaria es una conquista, pero ello no implica que sea un verdadero gobierno del pueblo, sino de sus integrantes. Así como la sociedad debe decidir qué política económica se debe implementar para llegar a tener una sociedad mucho más justa, qué política sanitaria se requiere, qué Fuerzas Armadas necesita, o qué sectores sociales proteger o promover, es también el pueblo -por medio de las instituciones democráticas- quien debe discutir qué universidad quiere a través de sus legítimos representantes. Sé que no todos están de acuerdo con cuál debería ser la misión de la universidad argentina, pero es para mí igualmente una gran satisfacción saber que hay muchos universitarios que comenzaron a invertir la pregunta. Ya no sólo demandan a la sociedad para que haga más por ellos, sino que se preguntan que más pueden hacer las universidades por el país. Cómo orientarlas para que sirvan a una sociedad mejor y más justa en su currícula; cómo contribuir a solucionar sus problemas; cómo administrar los recursos para transparentar ante la sociedad su uso; cómo ser más eficientes; qué debemos investigar para aportar soluciones. Cuando la sociedad decide servir a su comunidad, los requerimientos son casi infinitos y los recursos serán siempre escasos. Por lo tanto, después de auscultar las necesidades de formación de una comunidad, la universidad deberá dar preferencia a los problemas nacionales en la investigación, la docencia y en la asistencia técnica. Teniendo en cuenta que la escasez de recursos es un problema permanente, creo que -como sostiene Risieri Frondizi- "los problemas se deben escoger con sumo cuidado. Tienen que ser cuestiones que, sin carecer de interés teórico, tengan significación social; problemas cuya solución implique un alivio a las penurias del pueblo y que puedan ser estudiados en dos o tres años. Y que la solución sea factible". A todos los que contribuyeron y contribuyen a deshacer mitos y a poner a la universidad al servicio del pueblo y de la Nación, vaya mi reconocimiento.
(CdL: para dimensionar la interesada utopía que destila esta nota, frente a la degradada realidad de la educación pública argentina, hay que conocer quién es la autora. Emergen así las razones de su cerrada e implícita defensa del coto privado de caza que defienden, con uñas y dientes, los cultores de las profesiones falsas y las pseudociencias en la Argentina, coto destinado a destrozar la obra de Sarmiento para “deseducar al soberano” y así poder manipularlo hacia mesiánicas dictaduras “revolucionarias”. Están encaramados en la conducción educativa argentina desde hace un cuarto de siglo, gracias a la obra nefasta de Adriana Puiggros, con el apoyo de la Flacso, de las “Ciencias de la Educación” y el soporte no menos importante de esa guerrilla setentista no arrepentida que supo treparse al gobierno argentino desde Alfonsín a Kirchner. De Jaramillo me fascinó su frase: Hay que encontrar el camino del logaritmo nacional: conocemos la base y la potencia, ahora hay que encontrar el logaritmo. Es típico de los “intelectuales posmodernos de las pseudociencias” usar fuera de contexto léxico de la ciencia verdadera para adornar sus huecos “papers profesionales” con los cuales medran en el sistema. Sobre esto véase: Sokal A. 2009 Más allá de las imposturas intelectuales. Ciencia, filosofía y cultura. Paidós, 576 páginas).

Entrevista a Ana Jaramillo

Ana Jaramillo es doctora en Sociología y rectora de la Universidad Nacional de Lanús. Es licenciada en Sociología por la Universidad de Buenos Aires y doctorada en igual disciplina por la Universidad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Obtuvo también la maestría en Sociología en Flacso -México- revalidada por la UBA. Ana Jaramillo es autora del libro "El enigmático suicidio" - presentado como tesis doctoral en la UNAM y es la continuación de la primera investigación en el libro "Fueye y melancolía". Ana Jaramillo ha sido Consultora de la Organización Internacional del Trabajo en México y Perú y autora de numerosas publicaciones en México, Italia, Japón, Perú y Argentina. Desde 2003 es Miembro del Comité asesor para la Paz creada por la Asamblea General de las Naciones Unidas y Miembro del Consejo Académico del Instituto Provincial de la Administración Pública dependiente de la Subsecretaría de la Gestión Pública de la Provincia de Buenos Aires (2004). La Universidad Nacional de Lanús comenzó a funcionar en 1996 en un predio alquilado en el conurbano bonaerense que mediante diversas gestiones de la rectora fue logrando una sustancial ampliación de espacios hasta la actualidad. Se define a la Universidad Nacional de Lanús como una institución fuertemente orientada hacia el campo social. Antes de comenzar la entrevista, Ana Jaramillo me comenta que ella también trabajó como periodista y que proviene de una familia de periodistas.
¿Cómo fue tu comienzo en el periodismo? - Empecé trabajando en el periodismo en una publicación que se llamaba Estrategia en los años setenta. Después me incorporé a un grupo que trabajaba en el diario Noticias y se desprendió de ahí, después del cierre. Después aspiré a fotógrafo, estuve también en congresos.
Vos venís de una familia de periodistas. - Sí. Mi papá a pesar de lo que se diga fundó la revista Qué.
¿Cómo se llamaba tu papá? - Baltazar Jaramillo. Ahora salió en la revista Todo es historia (1) la historia de él. Mi papá era periodista y abogado. Creó la primera revista política argentina llamada Qué sucedió en siete días y yo quiero difundirla y para eso hay que digitalizarla y ponerla a disposición de la gente.
¿En qué año Baltazar Jaramillo fundó la revista Qué...? - En 1946. A su vez mi papá fue un dirigente de la FUA - Federación Universitaria Argentina -. Fue también militante estudiantil, estuvo batallando en su momento; era de la Juventud comunista, además.
¿Cómo sigue la historia de tu padre? - Papá se suicidó muy joven, a los 37. La revista en su momento fue cerrada por Perón. La última revista, donde está Libertad Lamarque en la tapa la tiene mi hermano y la vamos a poner a disposición de la gente. Recién estamos empezando a rescatar esta historia porque es muy importante que se sepa. En la segunda etapa cuando mi mamá refunda la revista con Rogelio Frigerio como director.
¿Tu madre cómo se llamaba? - Delia Machinandiarena.
¿Cómo continúa la revista? - Rogelio (Frigerio) la dirige y después sigue este acercamiento entre la UCRI y Perón y entonces empiezan a escribir en la revista Scalabrini Ortiz, Jauretche y otros. Ya había escrito Sábato también y empieza entonces un debate nacional y en ese debate nacional se arma un proyecto de nación donde también entra el tema universidad. Como decíamos antes la universidad no es un problema de los universitarios, es un problema del país, es un problema de la sociedad.
¿Podrías profundizar esto último? - Hay que saber qué tiene que hacer la universidad pública, hacia dónde va la universidad, qué misión tiene, qué función le corresponde.
Un poco la respuesta estaría en la Universidad de Lanús de la cual sos rectora y también fundadora - Ahí nos juntamos, más allá de que yo sea la organizadora y rectora, desde el principio, consensuamos un conjunto de valores, tenemos en el estatuto los valores que compartimos. ¿Cuál es la misión de la universidad? A veces se confunden las funciones de docencia, de cooperación, de investigación con la misión que tiene la universidad pública que es colaborar con su país en el desarrollo regional, local, nacional, de formar recursos humanos que necesita el país. Eso es distinto a pensar que la universidad es un problema de los universitarios, que la universidad es la famosa torre de marfil que se aisla del país, que le da la espalda a los problemas nacionales. Todos los que estamos en el consejo superior de la universidad en este momento y en la conducción de la universidad estamos convencidos que la universidad tiene que servir al país.
Como rectora de la Universidad Nacional de Lanús estás en contacto con estudiantes muy jóvenes, quisiera saber si estos jóvenes o algunos de ellos siguen pensando como hace algunos años en irse del país después de estudiar una carrera universitaria. - Yo siempre les doy vuelta la pregunta, porque hay muchas demandas de los jóvenes cuando dicen: "este país no me da lo que yo quiero". Entonces yo les digo: ¿por qué no invierten la pregunta?: ¿por qué no piensan qué pueden hacer ustedes por el país? Porque si no siempre estamos como los niños. Y ellos ya no son niños, son jóvenes por lo cual tienen que hacerse cargo de su responsabilidad en la construcción del país. Entonces invirtamos la pregunta, cuándo me hacen esa pregunta, yo les contesto con otra pregunta.
¿Y cuál es la respuesta? - Pueden empezar por respetar su propia universidad, por respetar a todos aquellos que están financiando su privilegio, que es estudiar gratuitamente. No sólo los ricos sostienen la universidad, también lo hacen los pobres y los menos pobres, cuando por ejemplo compran un litro de leche, están pagando la universidad pública. Con los estudiantes tenemos diálogo. Hace poco iniciamos la mesa del diálogo con centros de estudiantes, agrupaciones políticas, aquellos que pretenden o tienen interés en cogobernar para dialogar acerca de ciertas bases. Lo que quedó claro en la última mesa de diálogo es que los jóvenes sí entienden, por lo menos en la Universidad de Lanús, que esa universidad la paga el pueblo. Por lo tanto, la universidad no es para romper. Y saben que tienen un privilegio y que los está financiando la gente que tiene plata y la que no tiene plata también. Cualquier docente tiene que dar el ejemplo y los estudiantes saben que hay un programa de compromiso educativo, donde todos los docentes y las autoridades más todavía ponemos parte de nuestro salario para generar otra generación de profesionales. Es una especie de impuesto voluntario al graduado porque nosotros sabemos que fue la sociedad la que nos dio la posibilidad de estudiar y entonces queremos devolverle a la sociedad lo que nos dio. Así generamos otra generación de profesionales en nuestra universidad.
¿La Universidad de Lanús, es un sueño que tenés desde muy joven, tiene que ver con tus ideales? - Tiene que ver sí con mis ideales. Tiene que ver con la universidad con que quisimos en aquella época "nacional y popular" en el ´73 y nos fue muy mal a raíz del golpe. Después de los trabajadores, creo que en ese momento el sector más castigado fue el de los jóvenes militantes universitarios. Le debo también a Rodolfo Puigrós que fue políticamente y teóricamente quien me formó, el respeto y siempre pensé que algún día íbamos a hacer esta universidad. Y ese día llegó. Muchos de nosotros estuvimos exiliados, otros presos, pero ese día llegó de hacer una universidad al servicio del país.
Vos estuviste exiliada en México, ¿cuántos años? - Siete años.
¿Ahí estudiaste y te recibiste de socióloga? - Ahí hice la maestría en sociología y el doctorado en sociología.
Cuándo estabas en México ¿pensabas en volver a la Argentina? - Como decía Rodolfo, éramos aves de paso, nunca pensamos en arraigarnos. Se acaban de cumplir treinta años del golpe del ´76, y por lo cual mandé una carta al pueblo mexicano y otra al gobierno de ese país agradeciendo lo que hicieron por nosotros, porque fuimos miles los que estuvimos ahí. Se publicó una de mis cartas de agradecimiento en México. Ahí nos encontramos no en los libros sino en la práctica con la solidaridad latinoamericana y nos encontramos la mayoría porque era un momento en que América Latina estaba casi toda dominada por dictaduras. Estábamos los chilenos, los argentinos, los bolivianos, los brasileños, los nicaragüenses, estábamos todos ahí y fue muy importante afectivamente y también políticamente, porque la solidaridad que existía entre todos los que estábamos ahí no era teoría sino puro afecto y era entre todos pensar qué América Latina queríamos para más adelante.
En esta Argentina que estamos viviendo ahora ¿estamos más cerca de América Latina? - Yo creo que sí. Fundamentalmente en esa carta que les mandé a los mexicanos decía que todo eso tan doloroso sirvió para juntarnos y para aproximarnos en esta etapa de nuevas democracias, de democracias más asentadas, de cierta comunión de ideales entre ciertos países de América Latina, a la que creo que estamos más cerca de llegar. Recientemente la Universidad de Lanús junto con la Presidencia de la Nación organizó un homenaje a Eva Perón en la Casa de Gobierno. Hay muchas imágenes de Evita: está la imagen de Eva con el pelo suelto, la imagen juvenil, está la imagen de Evita vestida de fiesta y para ese homenaje en la tarjeta de invitación de "Celebración de una vida" hay una imagen de Evita pronunciando un discurso, es una Evita militante.
¿Por qué eligieron esta imagen? - Porque fundamentalmente esa imagen es la de Evita militante, luchadora por los derechos de los pobres, de las mujeres, de los más débiles.
¿Era feminista Evita? - Evita no era una feminista en el sentido que le damos ahora a esa palabra pero sí peleaba por los derechos de todos, especialmente de los más desprotegidos y no solamente por los del género, como se diría ahora. Evita decía que ella era un puente entre Perón y el pueblo.
Cuando hablábamos al principio de la revista fundada por tu padre, hablamos acerca de que existía un debate nacional. También una antinomia. ¿Cuál es la antinomia en la actualidad? ¿Cuál sería la Argentina según tu opinión, que deberíamos construir? - La antinomia es pueblo y oligarquía. Hay que superarla. Ahora los intereses son también nacionales y antinacionales. Hay que encontrar el camino del logaritmo nacional: conocemos la base y la potencia, ahora hay que encontrar el logaritmo. Dicho en otras palabras: descubrir cuál es el camino que nos lleve a encontrar y realizar nuestro camino como Nación partiendo de nuestra realidad nacional.
¿Cómo se podría instalar ese debate nacional? - Hay que instalar un debate nacional: acerca de qué Argentina queremos construir y los medios deberían instalar ese debate, sin provocaciones de ningún lado.
Pasando a otro tema, en el libro "El enigmático suicidio", vos hablás del suicidio de los intelectuales. Y esto está relacionado con la melancolía y la melancolía con el tango. - No hay investigación suficiente acerca de este tema. Es un fenómeno que aparece en mayor medida en los intelectuales pero no es exclusivo de la Argentina, se produce en todo el mundo. Además, tratándose de intelectuales, personajes públicos, el suicidio tiene también mayor repercusión. El tango es la expresión de la melancolía argentina, principalmente del porteño. No hay investigación suficiente acerca de este tema, pues la palabra suicidio sigue siendo un tabú.

(1) Todo es historia - edición Nro. 466 -mayo de 2006. Fuente: (c) Araceli Otamendi- Archivos del Sur -


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